Un invitado
En la flemática Boston Gustavo Chaves se pasa los días enseñando a los universitarios a conocer la literatura en español, hoy Gustavo aceptó mi invitación para participar en este blog con su divertida contribución que demuestra - contra alguna evidencia- que los costarricenses sí pueden escribir buena y entretenida prosa. Yo lo disfruté mucho, espero que Uds. también.
DE CUANDO FUI CANTANTE
Por Gustavo Chaves
Por Gustavo Chaves
Nene, nene, né, ¿qué vas a hacer
cuando seas grande?
¿Estrella de rock & roll,
Presidente de la Nación?
MIGUEL MATEOS
Por estos días, buscando en el baúl de los recuerdos, úh, he recordado con algo de pena y mucho de nostalgia los años lejanos en que fui cantante. La evolución laboral de mi vida -siempre paralela a mi ocupación fundamental de becario- había ido en ascenso desde que en mi más tierna infancia fui pulpero, luego flautista en un coro, luego redoblante en una banda escolar, luego ajedrecista cadete, luego biografista plagiante y, luego, cantante y compositor del escatológico grupo Séptimo Sello, entre los años 1995 y 1996, antes de convertirme en lo que soy ahora: agrimensor y bloggero invitado.
El expendio de la infancia quebró porque estaba localizado en mi cuarto, que era el último de la casa y al que sólo yo entraba. El nulo tránsito comercial hizo fracasar la empresa. Lo de flautista en un coro de la iglesia mermó cuando descubrí lo poco varonil del instrumento que empleaba y mi escaso interés por ir a misa tan a menudo. Lo de la banda escolar fue un éxito que acabó inevitablemente cuando me gradué de la escuela y ya en el colegio no me pareció tan fresa. El ajedrez fue otro éxito rotundo, pero el talento llegó a su límite y yo lo acepté sin amargura. El fracaso de mi vida como biografista plagiante no debería ser explicado, pero el dato fundamental es que mi primer proyecto de libro fue una biografía del expresidente Alfredo González Flores que básicamente consistía en un copy/paste de las cosas que ya se habían escrito sobre él en otros libros. En otras palabras, era una antología biográfica, un género interesante de no ser por los profundos problemas de copyright que conlleva.
Así que, hacia el final de mis años en el colegio, di una nueva vuelta de tuerca laboral y me convertí en cantante de rock. Digamos que la coyuntura ayudaba: estaba en pleno auge la música alternativa de fabricación casera (de garaje, para ser más exactos), que básicamente ponía todo junto y lo hacía sonar con gracia. Para alguien con un pasado laboral tan ecléctico como el mío, la música alternativa, más que una preferencia, era una inevitabilidad. Ya en el coro de la iglesia había hecho mis primeras armas en el canto, y como la flauta me seguía provocando ansiedad oral y vergüenza rockera (no conocía a Jethro Tull, por ejemplo), pues mi rol en el grupo resultó igualmente natural. Además, me ayudaba el hecho de que mi sanguínea timidez podia rebelarse contra sí misma bajo la excusa del performance, lo cual me convertía en un mejor showman que mis amigos músicos-puros. Luego de mucha observación y práctica solitaria, me convertí en una especie de Dave Gahan cruzado con Scott Weiland, al menos en cuanto a performance. Mi voz se auto-educó por imitación e intuición y se redefinió con un registro variado de tenor de baja propulsión, o bajo en ascenso, pero no del todo barítono, con lo cual terminé sonando como un Beto Cuevas joven cruzado con un Roland Orzabal dietético, además del cocktail tonal Gahan-Weiland. Resulté un cantante diverso y melódico, además de extrovertido, y los del grupo parecieron contentos.
Y así fuimos Séptimo Sello: Alejandro Benavides en la guitarra principal, James Purvis en la guitarra melódica, Frank Bermúdez en el bajo, yo en la voz principal, guitarra acústica a veces, pandereta y gritillos de señora gorda, y varios individuos turnándose en la batería (posición difícil de llenar: siempre los bateros nos salían o muy heavy o muy tropicosos). Tocamos pocas veces, nos aplaudieron menos, pero siempre dimos lo mejor de nosotros en cada gig. En casa tengo una copia del Yellow Demo que grabamos junto a la gente de Almas Congruentes (otra banda para el olvido en la que estuvimos Alejandro y yo y de la que surgió una banda importante en la música tica de hoy: ESimple). Del Yellow Demo rescato mi interpretación de “Germen", canción que escribí junto con Alejandro y que a menudo considero el origen de mi posterior interés por la poesía en su vertiente regenerativa contra el cliché:
cuando seas grande?
¿Estrella de rock & roll,
Presidente de la Nación?
MIGUEL MATEOS
Por estos días, buscando en el baúl de los recuerdos, úh, he recordado con algo de pena y mucho de nostalgia los años lejanos en que fui cantante. La evolución laboral de mi vida -siempre paralela a mi ocupación fundamental de becario- había ido en ascenso desde que en mi más tierna infancia fui pulpero, luego flautista en un coro, luego redoblante en una banda escolar, luego ajedrecista cadete, luego biografista plagiante y, luego, cantante y compositor del escatológico grupo Séptimo Sello, entre los años 1995 y 1996, antes de convertirme en lo que soy ahora: agrimensor y bloggero invitado.
El expendio de la infancia quebró porque estaba localizado en mi cuarto, que era el último de la casa y al que sólo yo entraba. El nulo tránsito comercial hizo fracasar la empresa. Lo de flautista en un coro de la iglesia mermó cuando descubrí lo poco varonil del instrumento que empleaba y mi escaso interés por ir a misa tan a menudo. Lo de la banda escolar fue un éxito que acabó inevitablemente cuando me gradué de la escuela y ya en el colegio no me pareció tan fresa. El ajedrez fue otro éxito rotundo, pero el talento llegó a su límite y yo lo acepté sin amargura. El fracaso de mi vida como biografista plagiante no debería ser explicado, pero el dato fundamental es que mi primer proyecto de libro fue una biografía del expresidente Alfredo González Flores que básicamente consistía en un copy/paste de las cosas que ya se habían escrito sobre él en otros libros. En otras palabras, era una antología biográfica, un género interesante de no ser por los profundos problemas de copyright que conlleva.
Así que, hacia el final de mis años en el colegio, di una nueva vuelta de tuerca laboral y me convertí en cantante de rock. Digamos que la coyuntura ayudaba: estaba en pleno auge la música alternativa de fabricación casera (de garaje, para ser más exactos), que básicamente ponía todo junto y lo hacía sonar con gracia. Para alguien con un pasado laboral tan ecléctico como el mío, la música alternativa, más que una preferencia, era una inevitabilidad. Ya en el coro de la iglesia había hecho mis primeras armas en el canto, y como la flauta me seguía provocando ansiedad oral y vergüenza rockera (no conocía a Jethro Tull, por ejemplo), pues mi rol en el grupo resultó igualmente natural. Además, me ayudaba el hecho de que mi sanguínea timidez podia rebelarse contra sí misma bajo la excusa del performance, lo cual me convertía en un mejor showman que mis amigos músicos-puros. Luego de mucha observación y práctica solitaria, me convertí en una especie de Dave Gahan cruzado con Scott Weiland, al menos en cuanto a performance. Mi voz se auto-educó por imitación e intuición y se redefinió con un registro variado de tenor de baja propulsión, o bajo en ascenso, pero no del todo barítono, con lo cual terminé sonando como un Beto Cuevas joven cruzado con un Roland Orzabal dietético, además del cocktail tonal Gahan-Weiland. Resulté un cantante diverso y melódico, además de extrovertido, y los del grupo parecieron contentos.
Y así fuimos Séptimo Sello: Alejandro Benavides en la guitarra principal, James Purvis en la guitarra melódica, Frank Bermúdez en el bajo, yo en la voz principal, guitarra acústica a veces, pandereta y gritillos de señora gorda, y varios individuos turnándose en la batería (posición difícil de llenar: siempre los bateros nos salían o muy heavy o muy tropicosos). Tocamos pocas veces, nos aplaudieron menos, pero siempre dimos lo mejor de nosotros en cada gig. En casa tengo una copia del Yellow Demo que grabamos junto a la gente de Almas Congruentes (otra banda para el olvido en la que estuvimos Alejandro y yo y de la que surgió una banda importante en la música tica de hoy: ESimple). Del Yellow Demo rescato mi interpretación de “Germen", canción que escribí junto con Alejandro y que a menudo considero el origen de mi posterior interés por la poesía en su vertiente regenerativa contra el cliché:
Una sobredosis de hambre
Me vuelve a hacer caer
Y no tengo en mi alma
Descanso, sólo sed.
También recuerdo con regusto nuestra versión de “The Ballad of the Blamed”, mi primera incursión cantando en inglés y una declaración de principios para el resto de mi vida:
Me vuelve a hacer caer
Y no tengo en mi alma
Descanso, sólo sed.
También recuerdo con regusto nuestra versión de “The Ballad of the Blamed”, mi primera incursión cantando en inglés y una declaración de principios para el resto de mi vida:
So young and so much fun
I kissed the ground…
I don’t want to grow up now
I don’t want to think about it
Hold onto my childhood…
En realidad, a lo único a lo que me aferro ya es a la música de esos días. Casi no escucho nada de música nueva desde 1997, con la excepción de Norah Jones, Diana Krall o las nuevas rutas de Depeche Mode. Desde ese año quizá sólo Keane me despertó un entusiasmo parecido al que años antes me provocaron bandas como Toad the Wet Sprocket o Gin Blossoms; aunque luego mermó. Al igual que en literatura, en música me consideraba contemporáneo, pero ahora miro mucho para atrás.
El otro día conversaba con la clarinetista Ana Catalina Ramírez, quien me decía que para alguien como ella, con entrenamiento musical en serio, la música popular era demasiado simple melódicamente y sólo se salvaba por las letras. Para mí, que vengo de literatura, la música popular se salva por su simpleza melódica, pues la mayor parte de sus letras son ridículamente torpes, como casi todo en La Ley después de Invisible. Excepciones las hay, como Soda Stereo en “Ángel eléctrico”: Aún tengo el sol para besar tu sombra.
El primer libro que leí entero en mi vida fue el álbum de expresidentes de la Junta de Protección Social, y quizá por eso en lugar de estudiar luego cosas útiles, como química o así, estudié ciencias políticas. El asunto se puso tan serio que mi papá llegó a creer que yo iba para prócer. Por eso desistí y me pasé a literatura, donde las coronas son escasas, las revoluciones no matan y las elecciones son corregibles. Pero no puedo dejar de pensar qué habría sido de mí si hubiese tenido un poco más de talento y espíritu de aventura y me hubiese inclinado por la cantada en serio. Siento que he superado con creces la estrecha dicotomía miguelmateana: ni estrella de rock & roll ni Presidente de la Nación. Pero fui -he sido- cantante aficionado, politólogo deprimido, y ahora bloggero invitado. Es decir: soy amplio y contengo multitudes. Que es como si dijera: estoy más gordo, ¿y qué? Y lo que es más importante aún: sigo siendo yo y mi circunstancia, adaptándome a la edad y al territorio.
Un antiguo jefe mío aconsejaba que si uno sabía silbar debía agregarlo al currículum, ya que en este mundo multi-tasking todo acumula puntos salariales, y saber idiomas o mecanografía sirve igual para el moderno postulante como haber hecho un cursillo de cristiandad o haber ganado el campeonato de piedras saltarinas categoría poza en la fiestas patronales del pueblo en que nacimos. Ya nada es experiencia vital: todo es currículum; y a ese dudoso dossier irán a parar finalmente mis días de cantante.
Por eso, parafraseando a Manrique y a sus versos consabidos, diría que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es la fuerza laboral.
Yo al menos diré que viví para cantarlo.
He aquí el soundtrack recontramínimo de mis roquerismos:
Higher Love de Depeche Mode
Flor de loto de Héroes del Silencio
Evidence de Faith No More
Creep de Radiohead
All I Want de Toad the Wet Sprocket
I kissed the ground…
I don’t want to grow up now
I don’t want to think about it
Hold onto my childhood…
En realidad, a lo único a lo que me aferro ya es a la música de esos días. Casi no escucho nada de música nueva desde 1997, con la excepción de Norah Jones, Diana Krall o las nuevas rutas de Depeche Mode. Desde ese año quizá sólo Keane me despertó un entusiasmo parecido al que años antes me provocaron bandas como Toad the Wet Sprocket o Gin Blossoms; aunque luego mermó. Al igual que en literatura, en música me consideraba contemporáneo, pero ahora miro mucho para atrás.
El otro día conversaba con la clarinetista Ana Catalina Ramírez, quien me decía que para alguien como ella, con entrenamiento musical en serio, la música popular era demasiado simple melódicamente y sólo se salvaba por las letras. Para mí, que vengo de literatura, la música popular se salva por su simpleza melódica, pues la mayor parte de sus letras son ridículamente torpes, como casi todo en La Ley después de Invisible. Excepciones las hay, como Soda Stereo en “Ángel eléctrico”: Aún tengo el sol para besar tu sombra.
El primer libro que leí entero en mi vida fue el álbum de expresidentes de la Junta de Protección Social, y quizá por eso en lugar de estudiar luego cosas útiles, como química o así, estudié ciencias políticas. El asunto se puso tan serio que mi papá llegó a creer que yo iba para prócer. Por eso desistí y me pasé a literatura, donde las coronas son escasas, las revoluciones no matan y las elecciones son corregibles. Pero no puedo dejar de pensar qué habría sido de mí si hubiese tenido un poco más de talento y espíritu de aventura y me hubiese inclinado por la cantada en serio. Siento que he superado con creces la estrecha dicotomía miguelmateana: ni estrella de rock & roll ni Presidente de la Nación. Pero fui -he sido- cantante aficionado, politólogo deprimido, y ahora bloggero invitado. Es decir: soy amplio y contengo multitudes. Que es como si dijera: estoy más gordo, ¿y qué? Y lo que es más importante aún: sigo siendo yo y mi circunstancia, adaptándome a la edad y al territorio.
Un antiguo jefe mío aconsejaba que si uno sabía silbar debía agregarlo al currículum, ya que en este mundo multi-tasking todo acumula puntos salariales, y saber idiomas o mecanografía sirve igual para el moderno postulante como haber hecho un cursillo de cristiandad o haber ganado el campeonato de piedras saltarinas categoría poza en la fiestas patronales del pueblo en que nacimos. Ya nada es experiencia vital: todo es currículum; y a ese dudoso dossier irán a parar finalmente mis días de cantante.
Por eso, parafraseando a Manrique y a sus versos consabidos, diría que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es la fuerza laboral.
Yo al menos diré que viví para cantarlo.
He aquí el soundtrack recontramínimo de mis roquerismos:
Higher Love de Depeche Mode
Flor de loto de Héroes del Silencio
Evidence de Faith No More
Creep de Radiohead
All I Want de Toad the Wet Sprocket
19 Comments:
Ante una pregunta por correo agrego que la evidencia a la que me refiero se encuentra en más de un lado, sin excluir, por supuesto, los medios de comunicación escritos, algunos de los cuales tienen -en el resto del mundo- en la prosa entretenida la razón de ser -una de ellas al menos-.
Gracias de nuevo a Gustavo por aceptar mi invitación.
Heriberto, de dónde sacaste a este loco? Mae, yo lo invito a mi blog también! Primero no le quería entrar al post porque lo ví muy largo y el tiempo es oro, compadre. Pero me empecé a cagar de risa cuando este Gustavo hablaba de sus días de flautista, que me convenció a seguir.
Este atarantado debe tener su blog pa seguir cagándome de risa!
Lo bueno, hay que recomendarlo. de ahi el link
Jjjajaja qué bueno!!! Y eso de "viví para cantarlo"... jajaja.
Afortunadamente no todo es curriculum... besossssss vitales para los dos!
Hombre! Alguien resurgió de la nada virtual para contar pasados cantados curriculeando! Pues fue una risa leerlo (como no soy tica no digo una cagada-de-risa-mae) y un gusto volver a leer algo de ese tico... y saber que aún existe!
Heriberto, gracias por traerlo y Gustavo, gracias por el post! Un abrazo a los dos!
ay, me entró una nostalgia de la era del pingüino que pasó hace tanto y uno cree que la extinción lo mató bien muertico, pero no, de repente y de vez en cuando se asoma con esas "ficciones biográficas" que tanto extrañaba...
Qué grande Heriberto! buena idea de invitar ex-bloggeros a escribir por tus faros! (idea para seguir poniéndola en práctica! ya me pusiste a pensar en eso...)
Y muchos saludos gustavo, la tumba del bloggero desaparecido está llena de flores. Besos!
Ya quisiera yo un currículum semejante, que placer leer a este señor
'ta muy bueno.
pero seguro estaba muy "guila" porque no me acuerdo de esos grupos que menciona :P
saludos desde mi avión
Jajjaja...
Bien puede decir: confieso que he vibido.
Y que si le quitaran las capas de cebolla, no sería para nada monótono.
Gracias ;)
Gustavo se las sabe!! Qué dicha que escribió...!
Pues como bloguero invitado lo mismo se labra un gran futuro.
Me he reído al hilo de sus palabras,así pues le debo mi sonrisa de hoy.
Una buena invitación, ya lo creo Heriberto.
Saludos.
Joder, pero este tío existe??? Y el pobre hombre, todos sus sueños al traste, sino es el colegio que termina, es la flauta que no es viril, la iglesia no le llama, el sonido garage que le inunda... uffff, la verdad, yo creo que no puede existir alguien así, y de hacerlo, NO PUEDE ESCRIBIRLO EN NINGÚN CURRÍCULUM VITAE, está condenado.... al cachondeo ajeno, para toda su vida¡¡¡¡¡
PRIMO, LE QUIEROOOOOOOOO, Y LE COMPRENDO, EH, LE COMPRENDO.
inciso: SALUDOS A HOMOSURFUS, QUE ES OTRO JACHONDO¡¡¡
Compadre!!! Veo que su ingenio sigue in crescendo. Necesitaba de la sombra del faro tuerto un buen rato, a punto ya de aterrizar de nuevo por estos lares.
Te mando un abrazo grande y el empadronamiento en mi pueblo para que ejerzas tu libre derecho al voto el próximo domingo.
¿Deseas algo a cambio? ;)
besazos!
Gracias a todos por pasar. Gustavo tenía su blog pero decidió cerrarlo,espero que alguna vez se decida a reabrirlo.
Homo: sí debería reabrirlo.
Lady: de nuevo gracias por tu referencia.
Margot; mi señora de Madrí, que Ud. anda volando.
Anna: me pregunto cómo se dirá "que cagada de risa mae", es que yo hablo muy buen catalán pero solo en la intimidad, como diría Sabina.
Silvi: qué vuelva el silo del pinguino
Analista: sí, verdad.
Marmolina: ah no me vengás con que estabás muy güila, qué "chollada", ja.ja.
Unma_1: tipo interesante este Gustavo , sobre todo cuando canta tangos y milongas en latín, ja,ja.
Andrelena: sí qué dicha que escribió.
Isa:
A Male: sí prima, Gustavo existe y vive en los Estados Unidos. Gracias por quererme prima madrileña.
A India: qué bueno que estés de vuelta; mucha suerte en las elecciones del domingo y mejor no te digo lo que deseo a cambio porque capaz que se me hace realidad. Que viva el Partido Anarco Nudista Catalán
HERIBERTO: Jajaja!!! MALÉFICA es poco... esta tía no la recibe ni el Chamuko!!! Un besote hasta el Viejo Continente.
Compadre, queremos armar algo en el Coco, se apunta? (Puede venir con guardaepaldas ;)
Primero que nada, muchas gracias a Heriberto por regalarme el espacio y arrendarme a sus parroquianos lectores por la módica suma de medio litro de whisky por comentario. Ese merecido premio, Heriberto, que Dios te lo pague.
Gracias a todos por su tiempo y comentarios. Ha sido un placer canjear mis intentos fallidos por sus sonrisas. Un abrazo sincero,
Gustavo
Gustavo al igual que tú siempre me han sacado sonrisas, y obvio, he aprendido mucho con uds.
Me gustó mucho que lo compartieras.
Lindo texto.
Abrazos a los dos
Pues en
seleccion-de-poemas.blogspot.com
viene un poema que se basa también en lo de Manrique. Se titula "COMO EL AGUA DEL RÍO" Te lo pego:
De acuerdo con Manrique en que
nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar
pero también entre tanto
los recodos, los afluentes
las caídas, los remansos
los meandros, los remolinos
sus crustáceos, esturiones
anguilas, salmones, truchas
-pero mira cómo beben
los peces en el río-
castores, ratas de agua
los juncos de las orillas
los árboles que se riegan
las acequias que se nutren
las esclusas que se abren
embarcaderos fluviales
sed o calor que se calman
-frío frío como el agua del río-
bañistas que chapotean
niños cogiendo guijarros…
Y aunque también dice Jorge
que llegados son iguales
quizá lo que más importe
sea el cauce, la travesía.
Gustavo, me honra que me nombre en uno de sus "memorias". Demasiados buenos recuerdos me viniero ... Que bueno fue compartir esas tardes entre guitarras, sueños y aquel cafe con pan tostado que hacian en su casa ... De verdad que fuimos literalmente una banda de garaga y de las clasicas VIVA EL GRUNGE !!!!! (Alejandro Benavides)
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