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4.9.08

Tarde y lluvia

Sentía el ardor conjunto de los besos, los espasmos leves en su torso escueto. Le provocó explorar el inexplicado origen de su afán por acercarse, le asombraba la estática que a ella le marcaba provisionalmente con pequeñas bolas la piel seca de los brazos, la de sus nalgas lívidas. Una pesquisa, un intento por resolver la duda, la curiosidad incombustible de su ternura, hurgando suave pasajes y pasadizos. Experimentó la temeridad de creerse impoluto. Así como la diferencia entre una conjetura y un teorema, por un momento lo creyó eterno y a sí mismo poderoso. Como una súbita revelación entendió –y luego olvidó- lo de que el presente es perpetuo. Vio las comisuras de sus labios, hoy pintados de un tono arcilloso, el cabello – a esas horas crispado por la tarde lluviosa-. Los besos que provenían decididos desde la boca de ella, de unas ansiosas almohadillas que se escondían primero para reventar luego, muy cerca de su propia boca, abierta todavía por costumbre y no por asombro. Notó el vigor de los esfuerzos de ella que no desmayaban en medio del sudor, era posible que para poder continuar se alimentaran con la misma energía que los espejismos otorgan al caminante desamparado. En ese instante entendió menos la vida. Alzó el vaso, lo puso a la altura de sus ojos como contemplando los colores inexistentes de la ríspida ginebra que acababa de servirse con un gesto mecánico. Ella no quiso tomar nada. Ya se sentía intoxicada, lo suficiente como para tolerar la pausa a la que él la había sometido, cuando lo que deseaba era seguir, fluir. Dejarse caer con la misma fuerza esquiva de los chorros de lluvia cuesta abajo. Subir, para luego bajar, para luego subir. Como la lluvia en esa tarde oscura que afuera se consumía indiferente y húmeda y propicia para el escape.

Republicación solicitada por una inmensa minoría de lectores.

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6 Comments:

Blogger Margot said...

Ahh pues porque yo la desconocía, si no sería uno de esos lectores... jeje.

Señor de las costas, sencillamente genial. De dónde saca usted esas descripciones? tiene acaso una bolsa repleta de ellas y sacude hasta que caigan?

Como la lluvia, aja, sus palabras caen.

Besos muchos!

5/9/08 4:52 a. m.  
Blogger Heriberto said...

Margot: mi señora de Madrí, que las compro a granel en una feria de agricultores cerca de mi casa que visitó cuando el despertar del domingo no me es muy áspero. Abrazos hasta los Madriles, que yo me bajo en Barajas, yo me quedo en Madrí.

5/9/08 9:09 a. m.  
Blogger Margot said...

Jajajaja, bicho eres...

8/9/08 9:17 a. m.  
Blogger Alyxandria Faderland said...

Y???? fumando espero, diria el tango!
Besos.... creo que a esta altura del partido, ya besaria, como en mi ya lejana niñez a un sapo, y no con la esperanza que se convierta en principe.
Aterraba a todos tomando a los sapos con las manos, abrazandolos y besandolos, hasta aca ninguno se transformo en nada (porque no sere bella, quizas?) pero al menos me quedo su viscosa frialdad que a pesar de todo no se negab a ser besada y amada.

8/9/08 10:05 a. m.  
Blogger Clarice Baricco said...

Soy menor de edad, no puedo leer estas letras suyas, jajaja...
Mi lindo escritor, siempre es un placer leerte. Qué será cuando sea una tarde soleada eh?

Besos.

PD. Ya menos para que esté Bethania por tu aeropuerto.

10/9/08 7:17 p. m.  
Blogger Heriberto said...

Margot: bicho, bicho ¿a dónde me habían llamado así antes?

Aleksandrya: te ahorrarías al menos la más molesta transfiguración del principe que se convierte en sapo.
Ah, y pronto, pronto, dejarás de esperr , ahí me contás.

Gra.: muachas tardes soleadas para vos. Contame de lo del viaje de tu hija, encantado la atenderemos.

11/9/08 11:18 a. m.  

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