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20.9.05

¡Saravá Vinicius!


Vinicius De Moraes el poeta, cantautor brasileño también compuso, junto con su amigo Tom Jobim, "La Garota de Ipanema”, el himno del bossanova :
Moça de corpo dorado/ Do sol de Ipanema / o seu bançado é mais que um poema/ E a coisa mais linda que eu ja vi passar
Sus poesías son una prueba irrefutable de la belleza que se puede alcanzar con solo acomodar unas palabras, unas letras, algo tan simple como eso.
Esa facilidad aparente debe ser la razón por la que existen tantas personas que creen ser poetas.


En 1980, dos meses después de la muerte de Vinicius, el periodista brasileño Ruben Braga le dedicó la siguiente crónica epistolar: “ Querido Vinicius de Moraes, le escribo desde Ipanema para darle a conocer uno noticia grave: la primavera llegó. Esta es la primera primavera desde 1913 que no contará con su participación. Una calle lleva su nombre. En esa calle con su nombre ví a yer a tres garotas de Ipanema que usaban minifalda. Parece que esa moda ha vuelto esta primavera.”

El fiel amigo que reporta desde el más acá la presencia de tres muchachas de Ipanema (“...de cuerpo dorado, ...con su balanceo que es más que un poema”) caminando por la calle que ahora lleva el nombre del ausente; esa es la clase de advertencias que uno le agradecería eternamente (nunca mejor dicho) a los amigos, sobretodo si en el más allá se han acordado de seguir pagando la suscripción al Diario en el que la nota se publica ( y si el amigo ha podido atestiguar la nota con fotos de las sospechosas).

En los años setentas, Vinicius De Moraes presentaba en los teatros un espectáculo con música, conversación y la lectura de sus propias poesías; acompañado por un litro de wisky, (que se acababa antes que el concierto), y sus compañeros de siempre: Toquinho, María Creuza, Tom Jobim, y otros. Esa combinación de arte embelesaba a las audiencias, pequeñas, selectas, que en su sensibilidad cargaban a la vez la capacidad de emocionarse con las cosas pequeñas que sobrepasan la bulla casi incontestable de lo más banal y ruidoso.

En la biblioteca de este Faro Tuerto, la antología poética de Vinicius de Moraes se guarda en un lugar especial, (uno de los últimos libros que pude comprar en la liquidación de aquella librería Macondo, un lugar clásico del área de la Universidad de Costa Rica); sus hojas insisten en desapegarse al orden que vanamente procura imponer la cubierta verde del librito, son proclives a escaparse desordenadas con la borrasca marina que entra cuando en ocasiones por descuido o vocación higiénica se deja abierta la escotilla de la biblioteca.

Podría con un poco de demagogía escribir el lugar manido de siempre: ahora que el pasado mes de julio se cumplieron los 25 años de su muerte vamos a hacer un pequeño homenaje al maestro, sí, podía hacer eso, pero en realidad mi intención es mostrar desde este Faro a la mayor cantidad de personas que amablemente leen la Bitácora, la evidencia de la belleza que unos pocos privilegiados pueden lograr con solo las palabras; con esa misma arcilla con la que muchos no hacemos más que unas humildes terracotas, los Maestros logran moldear figuras de gran belleza, en una reafirmación tangible de la factibilidad de las obras maestras.


Algunos versos del Maestro de Moraes:


AGONIA (Fragmento)

En tu gran cuerpo blanco después permanecí.
Tenías los ojos extraviados y tuve miedo.
Ya no habría sombra en ti; eras como un gran desierto de arena
Donde yo hubiera caído después de un largo caminar sin noches.
En mi angustia yo buscaba el paisaje calmo
Que por tanto tiempo me habías dado
Pero todo era estéril y monstruoso y sin vida
Y sus senos eran dunas deshechas por el vendaval que pasara.
Yo me estremecía agonizando y buscaba erguirme
Pero tu vientre era como una arena movediza entre mis dedos.
Procuré quedar inmóvil y orar, pero me fui ahogado en ti misma
Desapareciendo en tu ser disperso que se contraía como la vorágine.


LA HORA INTIMA

¿Quién pagará el entierro y las flores
si llego a morir de amores?
¿Quién será lo bastante amigo
Para estar en el cajón conmigo?
¿Quién, en medio del funeral
Dirá de mí: -- Nunca hizo mal…?
¿Quién, borracho, llorará en voz alta
Por no haberme traído nada?
¿Quién vendrá a deshojar pétalos
En mi tumba de poeta?
¿Quién arrojará tímidamente
Sobre la tierra un grano de simiente?
¿Quién levantará la mirada cobarde
Hacia la estrella de la tarde?
¿Quién me dirá palabras mágicas
Capaces de empalidecer el mármol?
¿Quién, oculta en velos oscuros
Se crucificará en los muros?
¿Quién macerada de disgustos
Sonreirá: - Rey muerto, rey puesto…?
¿Cuántas, reclinadas sobre la fosa
Sentirán los dolores de parto?
¿Cuál será la que blanca de recelos
Se tocará el botón del seno?
¿Quién, loca, se arrojará de bruces
A sollozar tantos sollozos
Que acabará por despertar sospechas?
¿Cuántos, las mandíbulas apretadas
Y la sangre latiendo en la cicatrices
Dirán: - Fue un loco amigo…?
¿Quién, niño, mirando la tierra
Al ver moverse un gusano
Conservará un aire serio?
¿Quién, en circunstancia oficial
Propondrá mi pedestal?
¿Cuáles los que, venidos de la montaña
Tendrán circunspección tamaña
Que yo he de reír, blanco de cal?
¿Quién cantará canciones de amigo
El día de mi funeral?
¿Cuál la que no estará presente
Por un motivo circunstancial?
¿Quién clavará en el pecho duro
Un acero oxidado?
¿Quién, en su verbo inconsútil
Ha de rezar: - Dios lo tenga en su regazo?
¿Cuál el amigo que a solas
Pensará: - No ha de ser nada!
¿Quién será la extraña figura
A un tronco de árbol recostada
Con una fría mirada y un aire de duda?
¿Quién se abrazará a mí
Y tendrá que ser arrancada?

¿Quién va a pagar el entierro y las flores
Si yo me muero de amores?



VALS A LA MUJER DEL PUEBLO (Fragmento)

Ofrenda

¡Oh mi amiga de rostro múltiple
Del cuerpo periódico y general!
¡ Lúcida, efímera inconsutil
Musa de la central ferroviaría!
Que esta vals lento y súbito pueda
Levemente copacabanal
Hacer brotar del pueble
Tu imagen abruptamente
¡oh antidiosa!



POEMA PARA TODAS LAS MUJERES (Fragmento)

Sobre tus blancos pechos lloro.
Mis lágrimas bajan por tu vientre
Y se embriagan del perfume de tu sexo
¿ Mujer, qué máquina eres, qué solo me tienes desesperado
Confuso niño para contenerte!
¡ Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡ Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!



También en este blog sobre Vinicius:

http://heribertorodriguez.blogspot.com/2006/05/si-yo-me-muero-de-amores.html


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