Dos noticias elocuentes
Dos noticias de los periódicos del sábado en Costa Rica:
“Asesinan panadero al robar su carro. “
“Puestos en libertad a menos de 24 horas de su captura los nueve implicados por el O.I.J. en el robo con asalto de al menos 300 carros. No se dio a conocer el nombre del juez que dictó la medida ”
Quería dejar que estas dos noticias hablaran por si solas.
En medio del colapso estrepitoso del Estado costarricense no se puede pretender que uno de sus poderes se salve de la decadencia, de la cochambre. No es realista creerlo.
Lo cierto es que hay algo que a todos nos concierne: muchas personas que deben estar en un lugar desde el que no puedan dañar a los demás, hoy, ahora mismo en este segundo, andan libres y muy envalentonados robando, asaltando, desvalijando casas, asesinando, estafando, haciendo de este país, alguna vez “una suiza” , un peor lugar para vivir, un peor lugar para que los hijos crezcan (todos los hijos, hasta los de los señores miembros de los distinguidos poderes, sí, hasta esos mismos hijos), un peor lugar para intentar ser feliz.
Las personas que se dedican a dañar a la sociedad desde sus actividades criminales cuentan con el amparo de un sistema que no funciona. Para quienes trabajan honradamente, como el panadero asesinado por quitarle su herramienta de trabajo, saben que en cualquier momento ellos pueden ser la siguiente víctima, y, como los casos de los enfermos de cáncer que recibieron un tratamiento para su enfermedad de una manera negligente y nociva, están en la indefensión (nunca mejor dicho) ante la incapacidad del Estado.
Y ¿ saben qué? A nadie le importa.
Hace poco, cuando por un supuesto error de uno de los fiscales a su cargo los tribunales absolvieron de culpa a una persona acusada de atropellar y matar a una muy joven mujer embarazada, el Fiscal General de la República se limitó a decir algo como: de qué se asustan si ese tipo de situaciones sucede todos los días. Fin del asunto.
A ninguno de los candidatos a la presidencia le he escuchado hablar del tema. Ni siquiera he oído aquella teoría relativizadora de que: “la cárcel no es la solución, hay que hacer mejores familias, es culpa de la televisión, etc., etc.,” a la que son tan afectos algunos, tan nublados por las entelequias y por la entropía caduca. Pero, estoy seguro que si algún valiente entre los candidatos se “moja” con el tema tendrá apoyo.
La sociedad civil (la verdadera, no la así autodenominada con el propósito de mantener sus privilegios de voceros de una minoría bulliciosa) debe luchar por este tema..., pero, mejor no hablo más, al fin de cuentas, las dos noticias son más elocuentes y más eficaces para causar rabia, tristeza, para señalar el fragmentado camino de nuestra propia decadencia como sociedad funcional y vivible.
“Asesinan panadero al robar su carro. “
“Puestos en libertad a menos de 24 horas de su captura los nueve implicados por el O.I.J. en el robo con asalto de al menos 300 carros. No se dio a conocer el nombre del juez que dictó la medida ”
Quería dejar que estas dos noticias hablaran por si solas.
En medio del colapso estrepitoso del Estado costarricense no se puede pretender que uno de sus poderes se salve de la decadencia, de la cochambre. No es realista creerlo.
Lo cierto es que hay algo que a todos nos concierne: muchas personas que deben estar en un lugar desde el que no puedan dañar a los demás, hoy, ahora mismo en este segundo, andan libres y muy envalentonados robando, asaltando, desvalijando casas, asesinando, estafando, haciendo de este país, alguna vez “una suiza” , un peor lugar para vivir, un peor lugar para que los hijos crezcan (todos los hijos, hasta los de los señores miembros de los distinguidos poderes, sí, hasta esos mismos hijos), un peor lugar para intentar ser feliz.
Las personas que se dedican a dañar a la sociedad desde sus actividades criminales cuentan con el amparo de un sistema que no funciona. Para quienes trabajan honradamente, como el panadero asesinado por quitarle su herramienta de trabajo, saben que en cualquier momento ellos pueden ser la siguiente víctima, y, como los casos de los enfermos de cáncer que recibieron un tratamiento para su enfermedad de una manera negligente y nociva, están en la indefensión (nunca mejor dicho) ante la incapacidad del Estado.
Y ¿ saben qué? A nadie le importa.
Hace poco, cuando por un supuesto error de uno de los fiscales a su cargo los tribunales absolvieron de culpa a una persona acusada de atropellar y matar a una muy joven mujer embarazada, el Fiscal General de la República se limitó a decir algo como: de qué se asustan si ese tipo de situaciones sucede todos los días. Fin del asunto.
A ninguno de los candidatos a la presidencia le he escuchado hablar del tema. Ni siquiera he oído aquella teoría relativizadora de que: “la cárcel no es la solución, hay que hacer mejores familias, es culpa de la televisión, etc., etc.,” a la que son tan afectos algunos, tan nublados por las entelequias y por la entropía caduca. Pero, estoy seguro que si algún valiente entre los candidatos se “moja” con el tema tendrá apoyo.
La sociedad civil (la verdadera, no la así autodenominada con el propósito de mantener sus privilegios de voceros de una minoría bulliciosa) debe luchar por este tema..., pero, mejor no hablo más, al fin de cuentas, las dos noticias son más elocuentes y más eficaces para causar rabia, tristeza, para señalar el fragmentado camino de nuestra propia decadencia como sociedad funcional y vivible.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home