De Hubert Robertson se han dicho muchas cosas. Y muchas más se podrían decir. Quizás yo otro día lo haga, conozco muchos detalles de su vida. Algo se sabe de su caminar errante por el mundo, de sus periodos en los que se convierte en una especie en un personaje de "Las uvas de la ira", trabajando como un "laborer" en las cosechas agrícolas del sur de California, de sus andanzas como cantante de una orquesta japonesa de música salsa cuando esta música estuvo de moda en Japón, una vez que pasó la tendencia permaneció durante cinco años más en Tokio como chulo vividor de cuatro damas de compañía latinas. "Solo en Japón pudieron aparecer los haikus, con lo mucho que estos japoneses trabajan faltaba más que también se pusieran a escribir Odas", ha dicho Robertson con su inseparable mal humor. Algo se sabe de su época de gurú en las playas de Goa en la India, un gurú falso en todo caso, que debió escapar metido a polizonte en un mercante portugués cuando los ex ejecutivos estadounidenses de Disneylandia que regentaban el resort yoga holístico en el que oficiaba de maestro iluminado descubrieron su incurable afección por los chicharrones de cerdo. Aparentemente incombustible, ajeno y triunfante ante sus propios intentos de caer en la decadencia - son propios de él y por eso respetables- Robertson continua produciendo sus "crónicas de viaje", como se empeña en llamarlos, se enfurece si alguien pronuncia en su presencia la palabra poesía, casi tanto como cuando escucha pronunciar el nombre de Charles Bukowsky. Luego de años de distanciamiento y hasta de enconada enemistad mutua, recibí ayer una carta con sello de los Estados Unidos y en la que venían unas hojas con algunos de sus escritos. Nada más, ni una aclaración o saludo o explicación. Mucho menos una disculpa. Abajo comparto con ustedes uno de estos escritos recibidos.
HUMMER BIRDING
Hummering hummingbirds
roaring pass my forehead
Wrath and fury tinkering my ears
Thou shalt lie
Dwarfed forests, polygonous wetlands
shy away from my bed
Perusing life while:
Janus no longer blinks
The dryest Hera slahes her veins
and a silicon teardrop blosoms her way
Fake amatistas and glittering chains
False violets, real papery greens
groanning pains
Oh you my unleashed demon
Be quiet. Be still
Be me
Hubert Robertson, de su más reciente "Cuaderno de viajes":
“TUPELO'S PALIMPSESTO.”
Etiquetas: Hubert Robertson
10 Comments:
Necesario que nos cuentes más.
Bien por la presentación.
Abrazos amigo.
Algo me había mencionado mi heterónimo Ovidio Arnáez sobre la proximidad de estos poemas de Hubert Robertson, de quien no había vuelto a escuchar desde Las Cosas Que Heriberto Nunca Nos Dijo. Veo que ha rematado con musas psicotrópicas en mundos superpuestos... Y este poema, Heriberto, ¿será el anuncio de un "middle-age crisis" en cierto novelista archi-bitácoro?
un personaje para seguir atentamente?
Quiero más, quiero más...
Clarice: algún día contaré más de este tipo. Hasta podría algunos de sus poemas.
Gustavo: claro el viejo Ovidio, máximo - ¿y acaso único?- exponente del "víaferrismo". Así es y de crisis mejor no hablo que no sé que decir, no sé qu
0 pueda decir, glup.
Cacho de pan: un personaje elusivo, sí señor.
margot: mi señora de Madrí, he tratado de contatar a Robertson , em las Maldivas donde aparentemente tiene un negocio de búsqueda de restos del maremoto pero no ha querido devolverme los mensajes.
Muy interesante tu admiración por Mr. Robertson... yo ahora estoy en plena inmersión con el Señor Machado...
PD. Si leí el libro y me gustó mucho. Me falta el de la continuación. Y el que mencionas lo buscaré. Se llama Puerto Vallarta.
La película y el libro van de la mano.
Abrazos otoñales.
Privilegiado tú y me he quedado con deseos de ir más allá.
Un abrazo sensible!
Ja! Qué personaje!
Clara: un grande Machado.
Clarice: si es algo así de Vallarta.
Lully: saludos, gracias.
Laluz: sí, es un personaje muy especial.
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