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26.5.06

Dame un abrazo y una nueva sociedad


Dos preguntas a propósito del aumento en la violencia diaria: ¿Por qué unas sociedades son tan anormalmente propensas a la violencia? ¿Es posible hacer algo al respecto? La respuesta a la segunda pregunta es sí: abraza con amor a un niño.

Los titís de las selvas tropicales de Centro y Sudamérica son, entre todos los monos, los padres más cariñosos, desde que las crías tienen pocas horas de nacidos los machos les proporcionan todo tipo de mimos y cuidados. Pero, ese ejemplo no parece extenderse al resto de los simios mayores de la región, por lo menos no a los “homo sapiens latinoamericansensis”. Nuestra zona es hoy una de las más violentas del mundo. Ya en 1827, Hegel describía a la región como un lugar terriblemente violento, en donde los homicidios y las revoluciones eran cosa de todos los días. La violencia armada era el método preferido para cambiar un gobierno, para zanjar un diferendo. Sin ir más lejos, el propio Simón Bolívar debió refugiarse en Europa disgustado por la violencia reinante. Algunos visitantes hablaban, ya entonces, de una adicción de los habitantes de la zona a la sangre y a la carnicería. Howard Bloom (no confundir con el “canónico” Harold) se refiere en su magnífico libro“The Lucifer principle” a un estudio de cuarenta y nueve culturas primitivas realizado por el Dr. James W. Prescott, en el que se encontró que la diferencia en los grados de la violencia en las distintas sociedades radica en gran medida en la cantidad de afecto físico existente en cada una de ellas; así, las sociedades que abrazan a sus hijos son mas pacíficas que las que no lo hacen, de la misma manera que las culturas que tratan a sus hijos de una manera fría producen adultos brutales. Ahí tenemos una pista. Si,como se afirma, las iniciativas cariñosas para con los niños pueden llegar a producir a la larga un efecto positivo sobre el hipotálamo, -la parte del cerebro que controla la ira y los impulsos para atacar- entonces, en medio de la violencia creciente que rodea nuestra casas, nuestras calles, nos queda abrazar a los niños, estrecharlos, hacerlos sentir queridos; para que, entre todos, podamos ser capaces de construir una nueva y contestataria sociedad de individuos que han optado por abrazar a sus infantes y que propugnan por la prevalencia de la compasión, la tolerancia y la solidaridad como valores dominantes, que sean menos proclives a dejarse llevar por la violencia y la agresión porque le dan mucho más valor a la vida humana. Ahora yo pido un abrazo, por favor.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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1/6/06 8:41 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

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2/6/06 9:32 p. m.  

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