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4.4.08

Alanis


Se anuncia ahora la inminente salida al mercado de “Flavors of entanglement” , el nuevo disco de Alanis Morissette, desde 2004 no lanzaba al mercado un disco. Nosotros, sus rendidos fanas, lo esperamos con ansías.

Hace unos cinco años, Alanis dio un concierto aquí en Costa Rica, fue una noche lluviosa y huracanada y el suelo del sitio del concierto – que no era cubierto- estaba completamente enlodado, cuando uno caminaba el barro amenazaba con tragarse los zapatos. Inicié la experiencia del concierto con un incidente con un amenazante revendedor de entradas, yo disponía de unas entradas extra que –pensé- era mejor negociar con los tipos que revenden tiquetes en las afueras del sitio, de alguna manera que podría explicarse por mi propensión a atraer conflictos con personajes peligrosos, uno de los jefes de esta pequeña mafia de buscones se sintió ofendido por algún gesto que realicé en el proceso de negociación de las benditas entradas, otro de los revendedores fingió ser mi amigo, mientras pasaba por debajo el dinero y yo –también a escondidas- le pasaba las entradas, como si estuviera envuelto en alguna muy ilícita transacción de mercado negro. Mientras el jefe de la banda de revendedores seguía pidiéndome con demasiada vehemencia que le vendiera a él las entradas, el instinto de supervivencia me inspiró para salir del inbroglio, accedí muy serio a venderle las entradas –que ya no tenía- mientras ganaba tiempo y me acercaba las puertas de entrada, en un descuido del revendedor le hice una finta y entré al concierto, ¡fiuuu!.

Alanis, esa mujer de garúa tibia, de aromas reminiscentes a bicarbonato de soda y a limón y a sándalo, estuvo estupenda aquella noche. Al principio del concierto se notaba un poco desconcertada, quizás por la lluvia y el lodo que ya se habían convertido en un decorado como de novela de realismo mágico latinoamericano, pero pronto se vió más cómoda al ver la reacción del público que coreaba todas sus canciones. Qué dicha que vinimos, dijo por el micrófono a sus músicos, y todo el resto de la noche demostró su altísima calidad. No pude dejar de ver los gestos en sus manos, parecían incontrolables, se movían en violentos espamos que ella trataba de controlar tocándose sus sus piernas y sus partes más privadas. Este sería tema para un neurólogo o un psiquiatra, pero eran movimientos que sólo he visto hacer a algunas personas con problemas de esquizofrenia. En apariencia muy feliz, ella concluyó el concierto más de dos horas después de iniciado. Antes de irse de Costa Rica, pasó algunos días de vacaciones en alguno de estos sitios que en Costa Rica ofrecen clases de yoga en medio del bosque tropical húmedo. Ah y al revendedor furibundo lo he visto en las afueras del estadio, por dicha ya no se acuerda de mí. Me debo a mí mismo un post sobre las brillantes letras de algunas de las canciones de la Morissette, como aquella que dice: Todo lo que ahora necesito/es un coito intelectual/ un alma/ para hacer el agujero más profundo. Esta estrofa acabó como uno de los epígrafes de Juegos infinitos, mi primera novela.

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