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12.8.08

Harry Mulisch









El último escritor indispensable del siglo XX.

Entre rosas y tulipanes, Harry Mulisch camina altivo por la vereda adjunta a los canales de Amsterdam, su figura como una espina inquieta entre estas flores que con sus colores confirman la pervivencia de sus espíritus de sobrevivientes. Con chaqueta de tweed, su pipa ahora apagada, la espalda recta, el señor parece un Sherlock Holmes holandés y contemporáneo. "No, no tengo ningún hobby, lo mío es escribir, mis tres hijos, la madre de mi último hijo y cinco o seis amigos", dice el mismo Mulisch y no se le ven trazas de esa ironía que le ha causado tantas inconvenientes cuando de criticar su obra se trata. Mulisch, nacido en Amsterdam en 1927, es un prolífico autor de ensayos, obras de teatro y novelas.


Una de ellas: “El descubrimiento del cielo”, (primera traducción al inglés publicada en 1996 como "The discovery of heaven"), es en mi opinión la más monumental novela del siglo XX, un extraordinario compendio de más de 900 páginas en las que se encuentran una aguda mezcla de ciencia, historia de arte, astronomía, arquitectura, las implicaciones del azar; los personajes siguiendo el más tradicional de los cánones literarios obedecen a los secretos designios de los ángeles y de los semiodioses. Uno de los personajes recibe órdenes celestiales para regresar las tablas de la ley a Jerusalem, esta "odisea" es memorable y como está en la segunda parte de la novela ya se ha tenido tiempo suficiente para prepararse para las sorpresas del autor. Sólo esta obra debería bastar y sobrar para que en un par de meses suene el teléfono de su apartamento y que desde Estocolmo una voz con acento escandinavo le anuncie lo mismo que en años pasados le fue anunciado a otros autores con toda una obra completa inferior a esta novela de Mulisch. (¿Verdad signore Fo? ¿Verdad fräu Jellinek?). Espero que esto suceda y que por segunda vez en tres años se escuchen en los salones aterciopelados y suecos las petitorias proferidas desde la biblioteca de este Faro Tuerto , como ya tuvieron en su momento la deferencia de hacerlo (¿verdad Mr. Pamuk? de quien, por cierto, aún estoy a la espera de que devuelva el favor, una llamadita a sus amigos de Ramdom House no está pegada del cielo, sigo sin saber cómo se dice por favor en turco). Por si acaso desde este Faro se cubren las bases también con Philip Roth, ambos escritores, Mulisch y Roth, comparten además de sus estupendas trayectorias algunas características muy apetecidas en los años recientes por la Academia: su origen judío y su posición crítica hacia el gobierno de los Estados Unidos.
El tema de la Segunda Guerra Mundial es recurrente en sus obras. “Es que yo soy la Segunda Guerra Mundial”, dice cuando se le pregunta al respecto. Mulisch es hijo de un militar austriaco colaboracionista con los nazis y de una judía holandesa, que fue rescatada de los campos de concentración gracias a la intervención del soldado.
Aparte de su magnum opus "El descubrimiento del cielo" he leído de sus novellas traducidas del neerlandés: "El atentado" (el efecto de la segunda guerra mundial en el destino de una familia), "El procedimiento" (el mítico golem creado con la manipulación del ADN por un científico a la espera de una llamada de la Academia Nobel) , "Sigfrido" (la historia de un hijo de Hitler y Eva Braun). Libros absolutamente indispensables, insisto. Mientras tanto, Harry Mulisch camina tranquilo por la Leidseplein, enciende la pipa, suelta una bocanada de humo perfumado, va muy tranquilo, faltan dos meses para octubre, exclama una de sus famosas sentencias: “Yo nunca quise ser escritor, cuando alguien dice que quiere serlo, ya sé que no es uno de verdad.” Nadie se anima a rebatirlo.





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