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6.12.06

Playa Flamingo, Guanacaste

Foto de playa Flamingo, en el Pacífico norte de Costa Rica.


Están aquí juntos, en esta misma playa: el comerciante de orígenes en el Medio oriente o en Centroeuropa (me decepciono de mi propia “corrección política”, si hasta Shakespeare tuvo a su Shilock ), de banquero privado en Suiza, $4 millones de dólares libres de polvo y paja cada año, hijos que se casan a los 18; el chanta con orígenes en Argentina, comerciante de chucherías, Liniers, comuna, altermundo; la vendedora de pastelitos fritos de arroz con delantal blanco que llegó una tarde luego de cruzar la cercana frontera jugando rayuela o haciendo maromas, palangana sostenida con la cabeza sin usar las manos, chilero, menos miseria, un poquito. Juntos, insisto, sobre la arena blanca, compartiendo la sombra del mismo tamarindo, tentando a la espuma tropical como de piña colada que sube con cada ola. Yo, al lado bajo una sombrilla blanca, los veo, como veo a todos en la playa, mientras yo mismo intento huir hacia el espacio en blanco. Meto las manos en la toalla y toco los cangrejos. Puede ser esa misma playa donde se soñó la novela que ahora escribo o más bien descubro, porque ya está escrita en alguna otra parte y ahora sólo debo “merecerla”. Aún así, insisto en denominarla en secreto -nadie sabe que la escribo, nadie debe saberlo- como mi nueva novela. Otra, y con una fresca aún en la gaveta que es entonces como un féretro. Quiero desayunar gallo pinto. Pensar, o mejor dicho: pensar cuando estoy en la playa, siempre me ha provocado hambre. En comida y en topless la playa me hace pensar en grande, puede ser en pequeñas, también.





Gallo pinto: platillo que consiste en arroz y frijoles cocinados juntos y que normalmente se sirve al desayuno. Nota del traductor.

1.12.06

Ratatouille de finde


Ando un poco disperso. Es por falta de guaro (bebidas alcohólicas) diría aquella con la espuma de la cerveza erosionándole las comisuras de los labios mientras me mira con el definitivo desdén con el que se mira a un primo o a un buen amigo. Acorde con el desorden de mi mente he aquí un picadillo para el fin de semana.

“Las mujeres francesas no se engordan”, el libro de Mireille Guiliano vendió millones y ha sido publicado en 37 idiomas. Los secretos de las mujeres francesas desvelados por Guiliano incluyen: caminar o andar en bicicleta, comer porciones pequeñas, ver la comida como un placer y no solo como combustible o el enemigo y comer ingredientes frescos de temporada. El San Francisco Gate reseña el nuevo libro de la autora sobre el mismo tema

La próxima semana Christie's subastará el “little black dress” que la mítica Audrey Hepburn usó en “Desayuno en Tiffany’s”. Se espera que el Givenchy se venda por más de US$90.000. El artículo del Telegraph de Londres en :
http://www.telegraph.co.uk/fashion/main

Me amo a mí mismo más que a nadie, recordó Giacomo Casanova, poco antes de morir. La única mujer a la que Casanova no le gustaba era a su propia madre: Zanetta (una actriz ); este rechazo materno pareciera ahora que fue lo que lo impulsó a buscar el amor en mujeres idealizadas. Al menos esa es la tesis del libro “Casanova's Women “ de Judith Summers Casanova, según la autora , pasó su vida tratando de llenar el vacío interior con sus conquistas. Un artículo del T.L.S. sobre el libro.


Casi la mitad de los niños hispanos nacidos en los Estados Unidos nacen fuera del matrimonio. Es posible que esta situación sea la causa de que en el futuro existan más delincuentes juveniles, más fracaso escolar, y más embarazos juveniles; esa es la teoría del artículo publicado en el City Journal.
La tasa de nacimientos entre los hispanos en los Estados Unidos es del doble del resto de la población. Uno de cada cuatro habitantes de los Estados Unidos será de origen hispano para mediados de este siglo.