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14.9.07

Tuvalu: las islas que no serán.

Las islas de Tuvalu desaparecerán cubiertas por el alza en el nivel del mar que el calentamiento global causará en los próximo años. Funafati, la isla principal, está en estos momentos a sólo diez centimetros sobre el nivel del mar.

El arte contra la desmemoria. La fotografía para paliar el olvido.

La desaparición del territorio es considerada un hecho irreversible; además, sus habitantes no tienen, según las leyes internacionales, ningún derecho a ser reubicados en otra parte. Su futuro es, por decir lo menos, preocupante.

Una de las fotografías de Endou.

Ante lo inevitable, Shuuichi Endou, un fotográfo japonés, está fotografiando a cada uno de los once mil quinientos habitantes de Tuvalu. Sus tierras desaparecerán pero el recuerdo de los habitantes quedará. En el futuro las fotos podrán quizás, cubrir las paredes de algún Monumento a la Tragedia Ecológica del Planeta; se me ocurre a mí. No es mucho más lo que el arte puede hacer.




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6.9.07

Los brazos de Madonna


Tiene Madonna unos brazos que no son, por supuesto, los de una ser humana (¿se dice así, no?, es que no quiero que piensen que soy poco correcto políticamente; bahh, a quién voy a engañar). Todos ya lo sabemos: ella no es humana, es “material”. Cuando fuera grande la niña Veronica Louise -alias Madonna- no quería ser una Barbie, quería ser Popeye. Es tan cómoda Madonna que conviene llevarla a los paseos, es tan “handy” que hasta puede cascar nueces con los bíceps, con esos mismos bíceps que le sirvieron para echarse un pulso con David Rodman en Las Vegas. Esos músculos de sus brazos son como un entresijo fibroso de estalactitas y estalagmitas de una caverna, en la que entre acerados ligamentos se le rinde tributo a los dioses paganos del gimnasio de pesas, a los esteroides, al Red Bull, pero, ante todo, a los tratamientos hormonales para menopaúsicas. Sus brazos son, como corresponde a su naturaleza de überhumana, los brazos de un troll posmoderno o los de una gargola inmortal y medieval. Y es que Madonna ni es humana, ni es mortal, ni -ya que viene al caso- es bonita. Se parece como a la jefa de las enfermeras que llegaba a la escuela a vacunar a todos los niños que no tenían en el brazo derecho la cicatriz de la vacuna. Pero, ¿quién necesita la belleza cuando se es Madonna? Una máquina depredadora con un cerebro equipado con un coeficiente intelectual de genio - digo de genia-, pero sobre todo con una actitud y una determinación a prueba de todo. Hasta de la menopausia.

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