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30.5.09

El amor dura tres años

Así , al menos, lo advierte la novela de Frédérick Beigbeder


Tengo, lo confieso con inusitada valentía, una marcada predilección por la literatura contemporánea. A como andan las cosas esto es toda una confesión, de ésas mismas que nunca le hago a nadie y menos a mí mismo. Sí. Pongo caradebueno y lo admito. Cuando se trata de leer narrativa me inclino más por los libros de autores vivos o recién muertos que por los libros de escritores clásicos, queda dicho y publicado, luego no me voy a quitar. Sé que esta inclinación mía es imperdonable, más de un amigo se ha apresurado en hacérmelo saber con esa sabiduría a toda prueba que se le atribuye siempre a los amigos que dan consejos sin que nadie se los pida, no sólo porque dejo de lado a obras que han superado el paso del tiempo a favor de otras que han sido recientemente publicadas y que capaz que dentro unos años no se acuerda de ellas ni su madre, digo la del autor. Pero, qué le voy a hacer, como decimos en Costa Rica: Idiay. Ya uno es así.
De Francia traje a mi altarcito de libros por leer - que es como una pirámide trunca o desamparada sin velones ni cirios que iluminen mi indolencia- unas novelas de dos autores franceses vivos que no conocía: Marc Levy y Frédéric Beigbeder. Empecé
con “El amor dura tres años” de Beigbeder, esta es una novela corta llena de frases agudas que se lee rápidamente y que parece engañosamente superficial. Repleta de frases memorables la trama presenta a un personaje masculino relatando las peripecias de su matrimonio y posterior divorcio en la Francia de clase alta de la década de los noventas,con un estilo desenfadado y procurando abiertamente ganar la simpatía y la empatía del lector, como corresponde al estilo ideal del creativo publicitario, como el que hasta hace un tiempo fue el autor.
En estos tiempos yo ya no le pido mucho a una obra literaria, con que me deje algunas frases como las que pongo abajo me doy por conforme.

Frases memorables de la novela:

Creí que estaba buscando el amor hasta el día en que me di cuenta de que lo único que deseaba era huir de él.

Nadie te avisa de que el amor dura tres años. El complot amoroso se basa en un secreto muy bien guardado te hacen creer que es para toda la vida cuando, químicamente el amor desaparece al cabo de tres años.


Repetir a menudo estas tres frases:
1-) LA FELICIDAD NO EXISTE
2-) EL AMOR ES IMPOSIBLE
3-) NADA ES GRAVE


Los cuentos de hadas sólo existen en los cuentos de hadas. La verdad resulta más decepcionante.

El divorcio es una perdida de la virginidad mental.

El sexo es una lotería: dos personas pueden adorar eso por separado y no congeniar juntos. Piensas que la cosa puede evolucionar, pero resulta que no evoluciona.

Cuando llevas una doble vida la regla básica es no enamorarte. Te ves en secreto, por puro placer, para evadirte, para estremecerte. Te sientes como un héroe sin demasiado esfuerzo.

¿Por qué tener una sola vida si se pueden tener varias? Ella cambia de tío como se
cambia de canal de televisión? (espero, por lo menos que yo sea Eurosport)



Beigbeder:

http://es.wikipedia.org/wiki/Frédéric_Beigbeder


“El amor dura tres años”

http://es.wikipedia.org/wiki/El_amor_dura_tres_años

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6.5.09

R.B. Kitaj







Ronald B. Kitaj, 1932-2007, In memoriam.

El pintor más literario. Un artista turbador cuyas obras siempre me han dejado la boca abierta entre la curiosidad, la admiración y el sentimiento de que hay tanto por comprender de su arte.


Pintar era para Kitaj un viaje que empezaba con una pintura y que terminaba en donde las circunstancias lo hubieran llevarado. No sabía el lugar a donde el viaje lo llevaría, es que el arte era para Kitaj una búsqueda incesante y un intento por definir una respuesta –en todo caso, siempre parcial, incompleta, eternamente insuficiente – con una “asociación libre” entre los sueños, la literatura y sus obsesiones. Kitaj quería que de sus obras salieran personajes literarios memorables como los de la narrativa de Dickens o Dostoievski.
En los últimos años incluyó textos a sus pinturas, es decir a sus ficciones de colores, algunas de ellas son acompañadas por textos explicatorios que debían ser colgados en la pared a la par de la obra. El entendía su particular narrativa de colores como un instrumento para juntar el pasado con el presente, para el “intertexto’-si es que en pintura puede llamarse de esa forma-, es decir para las alusiones y las referencias culturales a otros pintores como Van Gogh, Miguel Angel , Cezanne, Goya, Bacon, Degas; a practicantes de la literatura como a Kafka, Erasmo de Roterdam; y a eventos históricos como el Holocausto, el asesinato de John Kennedy. Todo en una mezcla colorida y expresiva que dejaba en las telas con el libre albedrío que a un creador artístico le deja la tiranía de sus propias obsesiones. A inicios de los sesentas Kitaj descubrió su hasta entonces ignorada condición de judío, desde ese momento se convenció a sí mismo de que seguiría pintando como Cezanne y como Degas, pero después de Auschwitz. La magia derivada de su forma de practicar la creación artística tendría un símbolo recurrente en sus cuadros: Joe Singer, -un antiguo pretendiente de cuando su madre era soltera-, esta persona aparecía en las pinturas aislado, con un audífono, vagando, llevando su judaísmo a cuestas como un Kafka con colores y con un rostro que muchas veces era el del pintor mismo. El personaje en que su arte convirtió a esta persona era quizás una especie de alter ego para el autor, quiero decir para el pintor.
¿Quiénes son esas mujeres que aparecen en sus cuadros?, le preguntó una dama en la inauguración de una de sus últimas exposiciones en Estados Unidos. Esa mujeres son mi esposa, respondió él refieriéndose a su esposa fallecida, con el pincel puedo seguir acariciándola.

Mientras gran parte del Arte de después de la Segunda Guerra Mundial se ha dedicado a las preguntas ¿Qué es el arte? y ¿Cuál es el propósito del Arte?, Kitaj, dice The Economist en su obituario, perdió poco tiempo en estas “interrogantes solipsísticas”, porque “él sabía cual el principal propósito del arte: hacernos conscientes de la realidad histórica de nuestra situación, encadenarnos al cuerpo del Mundo...” Lo dijo muy bien la revista británica, tanto que me ha vuelto a dejar sin palabras.

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