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29.9.05

Un Reality Park en Costa Rica


En mi opinión el Mall más completo de San José ( y por mucho) es Multiplaza del Este. Es el único que tiene adjunto al parqueo un “Reality park” ( esto es un concepto nuevo que los avispados desarrolladores urbanísticos han empezado, por lo visto, a extender por todo el orbe).


Hace unas semanas cuando volvía al carro con mis hijos (estaba parqueado junto a la malla en el lado sur), los señores del Mall tenían el “Reality park” encendido: al otro lado de la malla y de la loma se escuchaban voces ahogadas muy parecidas a voces de niños, las luces de canfineras iluminaban algo similar a covachas, -las sombras de alguna de éstas esclarecidas por la luz de la luna se proyectaban desvencijadas entre los matorrales-, ruidos fragmentados de radios encendidos, el grito agudo de alguna mujer llamando posiblemente a su hijo, el llanto imperativo de un bebé reclamando la paz líquida y momentánea que mana de una teta.
Era todo un fragor de supervivencia que si uno ponía un poco de atención, si uno tomaba un minuto para procesar todas las señales, para ponerlas en un contexto más propicio para la deducción se podía jurar que ahí mismo, ahí a unos metros de la malla, al otro lado del cerro, a menos de cien metros de la Tienda Adidas, de la Tienda de los bolsos de monitos, del Consultorio de pierda peso y no pregunte cómo, había un grupo de personas viviendo o malviviendo en chozas de cartón; ahí tan cerca de los cines olorosos a popcorn y a queso postizo para nachos que para entonces mostraban “La Guerra de los Mundos” y otra serie de churros de nombre inaprendible.
Spielberg siempre tan hiperbólico, tan dado a exagerar, a demostrar en Technicolor –si ya sé que ese estándar está superado, pero no recuerdo el nombre del actual- sus recursos técnicos. Unos días antes casi compro el tiquete para verla hasta que recordé que Katie Holmes actua de novia de Tom Cruise, pero no en esta película, sino en la otra la menos real que es su vida pública, o sea que la película estaba desprovista de los mohines y las muequitas de la trigueña de Dawson’s Creek; solo para no hacer muy corta la digresión los informo a los admiradores de Katie que en otra película basada en la novela de Michael Chabon aparece (según dicen) descalza de la cintura para arriba, pero eso es tema para otro día. Claro si esto fuera The New Yorker me hubieran obligado a poner la foto de la Holmes topless, sólo por documentar correctamente la “entry”, pero, como por ahora este Blogspot no me está dejando subir fotos, y también porque existe la posibilidad de que algunas de las pocas personas cuyas regañadas aún me afectan puedan verme a mí poniendo estas fotos, me veo obligado (vaya buen "provocador" que resulté) a dejar la foto de Katie archivada queditica en C: MyPictures; entiendan además esto (el problema técnico de Blogspot) , como mi excusa por la falta de fotos en los últimos entries.
Fin de la digresión vuelvo al parqueo de Multiplaza del Este: era como si en esa ladera al otro lado de la malla pudieran acomodarse tantas chozas como la ilusión y los efectos especiales (ven esa es la influencia de Spielberg) nos quieren hacer creer, como si uno no supiera todo lo que son capaces de inventar los de mercadeo con tal de que uno visite un lugar y entre en el estado de ánimo necesario para explayarse en el uso liberal de la tarjeta de crédito, como si uno no entendiera de esas cosas del marketing (hay o deben haber profesores universitarios en San José, en La Haya, en Ithaca, que pueden atestiguar que yo asistí a sus clases, tal vez ellos me recuerden más de lo que yo los recuerde a ellos). Antes de subir al carro mis hijos se toman también unos segundos para escuchar los efectos especiales del “Reality Park”, que Dios los acompañe ahora con las lluvias, me dice Mauricio, el mayor, hay que perdonar su ingenuidad es que él no ha recibido ningún entrenamiento formal en Mercadeo.

28.9.05

Quitáte la hoja Wendy, quitátela

La hipótesis: unos pocos segundos cada mañana marcan la diferencia en el rating de de las ediciones matutinas de los telenoticieros en Costa Rica.


El momento de la verdad de cada mañana de entre semana: el frontal a Wendy Cruz mientras señala con sus manos las tomas de las “vías capitalinas”. Ahora mismo que nadie está poniendo atención podemos ser francos: ese plano es tan innecesario como indispensable, casi como otros frontales (ciertamente menos evocadores en su crudeza) de las películas españolas con Aitana Sánchez- Gijón, con Maribel Verdú.
Es sólo en esos segundos cuando es posible ver algo más que el rostro sonriente de W.C., ese rostro que fue de los pocos que se inventaron antes de que se descubriera la maldad en el mundo, ese rostro con el que algunos necesitan creer que soñarán alguna vez, y, por fin, ese día serán felices, hasta que se recuerden o se despierten (que en el diccionario son sinónimos). Con esa sonrisa paliativa, muy terapéutica, que hace casi imposibles a todas las malas noticias que profiere con sus mejillas amables, con su voz de anuncio de shampoo infantil perfumado a vainilla. Las hace casi imposibles, sólo casi.
Esa era una de mis fallidas recetas para la salvación del mundo: más presentadoras de noticias que con sus ojos llenen de falsedad las noticias malas de cada día, portadoras de la fuerza tibia capaz de eliminar lo malo, aunque fuera sólo por los segundos de cada uno de sus lecturas.
Pero, algunas cosas le fallaron a mi plan; ciertamente no sería W.C., no ella que se espera al domingo para estrenar los zapatos y no se compra flores postizas a sí misma y que en el colegio tenía todos los cuadernos limpios, prolijos, forraditos y hasta anotaba de último minuto en la portada de la tarea (olvidada por andar en otras tareas más prosaicas) el nombre de algún compañero.
De pie aparece W.C., protegida con una hoja de papel que se vuelve entonces una hoja de parra, esta hoja de parra obstruye la vista hacia el triángulo isósceles o equilátero (depende del atuendo del día) que es como un tótem, el temido símbolo arquetípico del poder ancestral de las mujeres; porque el mayor temor de los hombres no es a ser castrados, como supuso erróneamente Freud, sino a ser engullidos, como la ballena hizo con Jonás, por esa boca en apariencia triangular que es la entrada al cielo y al hades.
La hoja de parra, improcedente y aguafiestas, desechable, abominable, condenable; quitáte la hoja Wendy, quitátela

26.9.05

Un vendedor de frases argentino.


Eduardo Mazo se gana la vida vendiendo frases en las ramblas barcelonesas.

Hay una orilla en Las Ramblas de Barcelona que es territorio liberado de un enorme ejército de “artistas alternativos”, que es la forma políticamente correcta de llamar a los saltimbamquis, maromeros, mimos, personificadores de Marilyn Monroe y El Ché, guitarristas, adiestradores de perros, encantadores de lagartijas, que se ubican de ese lado del paseo. Ahí, conforme van llegando se instalan actores y actrices desempleados o afectos a la vida informal, okupas, renegados de la vida capitalista y de la tiranía maligna de los días laborales, hippies reciclados y jovenes bien que renunciaron a su patrimonio y a la querencia por la higiene, para procurar ganarse la vida, una moneda a la vez, mostrando sus artes, sus dotes o su inmovilidad disfrazada a los transeúntes, conminándolos con la silente voz de su “performance” a que estiren el brazo, busquen con las yemas de los dedos en su bolsa y se desprendan de esos centavos que más tarde marcarán la diferencia en el puchero de la pensión.
La competencia por el patrocinio de los peatones es feroz, cada uno de estos “artistas alternativos” debe tratar de sobresalir en ese circo sin carpa para llamar la atención y que las monedas hagan tin tin en el sombrero que luego usarán complementando la vestimenta, de regreso a lo que llamen casa. Por ahí caminaba yo el verano pasado, absorto en las quedas habilidades de una mima de unos veinticinco años, su piel morena cubierta por un disfraz como de la Marianne de la Revolución Francesa ( o era quizás una referencia algo más contemporánea, muy arcana para mí), de pie, detenida sobre un improvisado pedestal, su traje estrambótico de gasa o manta india y su cuerpo inmovilizado, dejaban ver libremente las facciones de su rostro: afiladas, los pómulos adelantados, sus ojos en la quietud de su acto público parecían dulces, pero con una cierta dureza; la vida en la calle, pensé, las tareas de la facultad de teatro quise pensar, asignándole con solidaridad un presente más benigno, pero, me temo, menos probable (es verano las Universidades están de vacaciones) .
En esas inocentes tareas de contemplación me encontraba cuando tropecé con el pequeño puesto de Eduardo Mazo, era una pequeña mesa plegable de madera, un poco más grande de las que utilizan aquí los vendedores de lotería, rodeada de mantas con frases impresas:
El infarto y el cáncer están matando más gente que la muerte.

La televisión no idiotiza a la gente / sólo lo confirma.

Sobre la mesa tenía un montón de pequeños libros y una bandera albiceleste, Mazo se ganaba la vida con las palabras, acomodándolas, mezclándolas, creando frases, aforismos, que recolectaba en libritos mimeografiados para la venta a los peatones de las Ramblas.

-¿Conoce a Usted a Facundo Cabral? -le digo haciendo una relación de sus frases impresas en las mantas y por hacerme el simpático.
- El payaso Florentino, -responde muy digno
-¿Cómo es eso?
-Sí, así se llamaba ese tipo cuando yo lo conocí, ahora que se vendió al capital no sé qué nombre llevará.
-¿Facundo Cabral vendido al capital?
-Mire, para iniciar con mi obra yo le recomendaría éste, -me dice interrumpiendo cualquier intento de conversación (en este mercado de lo que se trata es de vender).
-¿Puedo verlos?- le pregunté mientras miraba ya las portadas de distintos colores de los libritos.
-Para comenzar el ideal es el blanco, -volvió a insistir con esa altivez tan apegada al estereotipo que delataba su acento.
Sin hablar más le pagué los 6 euros que con cara de oferta pidió por el librito blanco. Volví a ver una vez más a la “Marianne” trigueña, iba a dejarle algo en su sombrero de la comida del día (amarillo con una margarita café al frente), pero, ya le había dado todas las monedas a Eduardo Mazo.

Algunos “epigramas” de Eduardo Mazo, el argentino vendedor callejero de frases

Del libro blanco (“el mejor para empezar con mi obra”) : “Autorizado a vivir”


Hay gente que no puede vivir con el televisor apagado

Me ha ordenado el psiquiátra / que te diga / que soy muy feliz al saber que estás enamorada de otro

Solo digo “si” / cuando no debo decir “tal vez”

Recuerdo / que después de haber hecho el amor por última vez / tuvimos muchas relaciones sexuales

Te quise tanto, / tanto, / que me cansó el esfuerzo

A la próxima mujer que ame / le hablaré de ti, / pero la engañaré con otra

Si hubieras estado en Hiroshima/el seis de agosto del cuarenta y cinco,/ solo yo, ahora,/me acercaría a ti

Te quiero / ¡pero es la última vez !

La inexistencia de la conciencia / provoca la ética

Te quiero tanto / que es poco

Los “nuevos ricos” son simplemente ex pobres

Hay gente tan estúpida que no lo sabe

Todos morimos: ricos y pobres, pero los pobres ensayamos más

La muerte es gratis

Los chinos inventaron la pólvora para producir el Big Bang que dio origen al Universo

Te dedicaré mi olvido

Hay mujeres tan reprimidas/ que tienen el orgasmo/ al día siguiente de haber hecho el amor

Dentro de sesenta millones de años yo también quiero ser petróleo

Ya no es necesario que regreses; te amo

Hasta con tu mejor vestido me gustabas desnuda

20.9.05

¡Saravá Vinicius!


Vinicius De Moraes el poeta, cantautor brasileño también compuso, junto con su amigo Tom Jobim, "La Garota de Ipanema”, el himno del bossanova :
Moça de corpo dorado/ Do sol de Ipanema / o seu bançado é mais que um poema/ E a coisa mais linda que eu ja vi passar
Sus poesías son una prueba irrefutable de la belleza que se puede alcanzar con solo acomodar unas palabras, unas letras, algo tan simple como eso.
Esa facilidad aparente debe ser la razón por la que existen tantas personas que creen ser poetas.


En 1980, dos meses después de la muerte de Vinicius, el periodista brasileño Ruben Braga le dedicó la siguiente crónica epistolar: “ Querido Vinicius de Moraes, le escribo desde Ipanema para darle a conocer uno noticia grave: la primavera llegó. Esta es la primera primavera desde 1913 que no contará con su participación. Una calle lleva su nombre. En esa calle con su nombre ví a yer a tres garotas de Ipanema que usaban minifalda. Parece que esa moda ha vuelto esta primavera.”

El fiel amigo que reporta desde el más acá la presencia de tres muchachas de Ipanema (“...de cuerpo dorado, ...con su balanceo que es más que un poema”) caminando por la calle que ahora lleva el nombre del ausente; esa es la clase de advertencias que uno le agradecería eternamente (nunca mejor dicho) a los amigos, sobretodo si en el más allá se han acordado de seguir pagando la suscripción al Diario en el que la nota se publica ( y si el amigo ha podido atestiguar la nota con fotos de las sospechosas).

En los años setentas, Vinicius De Moraes presentaba en los teatros un espectáculo con música, conversación y la lectura de sus propias poesías; acompañado por un litro de wisky, (que se acababa antes que el concierto), y sus compañeros de siempre: Toquinho, María Creuza, Tom Jobim, y otros. Esa combinación de arte embelesaba a las audiencias, pequeñas, selectas, que en su sensibilidad cargaban a la vez la capacidad de emocionarse con las cosas pequeñas que sobrepasan la bulla casi incontestable de lo más banal y ruidoso.

En la biblioteca de este Faro Tuerto, la antología poética de Vinicius de Moraes se guarda en un lugar especial, (uno de los últimos libros que pude comprar en la liquidación de aquella librería Macondo, un lugar clásico del área de la Universidad de Costa Rica); sus hojas insisten en desapegarse al orden que vanamente procura imponer la cubierta verde del librito, son proclives a escaparse desordenadas con la borrasca marina que entra cuando en ocasiones por descuido o vocación higiénica se deja abierta la escotilla de la biblioteca.

Podría con un poco de demagogía escribir el lugar manido de siempre: ahora que el pasado mes de julio se cumplieron los 25 años de su muerte vamos a hacer un pequeño homenaje al maestro, sí, podía hacer eso, pero en realidad mi intención es mostrar desde este Faro a la mayor cantidad de personas que amablemente leen la Bitácora, la evidencia de la belleza que unos pocos privilegiados pueden lograr con solo las palabras; con esa misma arcilla con la que muchos no hacemos más que unas humildes terracotas, los Maestros logran moldear figuras de gran belleza, en una reafirmación tangible de la factibilidad de las obras maestras.


Algunos versos del Maestro de Moraes:


AGONIA (Fragmento)

En tu gran cuerpo blanco después permanecí.
Tenías los ojos extraviados y tuve miedo.
Ya no habría sombra en ti; eras como un gran desierto de arena
Donde yo hubiera caído después de un largo caminar sin noches.
En mi angustia yo buscaba el paisaje calmo
Que por tanto tiempo me habías dado
Pero todo era estéril y monstruoso y sin vida
Y sus senos eran dunas deshechas por el vendaval que pasara.
Yo me estremecía agonizando y buscaba erguirme
Pero tu vientre era como una arena movediza entre mis dedos.
Procuré quedar inmóvil y orar, pero me fui ahogado en ti misma
Desapareciendo en tu ser disperso que se contraía como la vorágine.


LA HORA INTIMA

¿Quién pagará el entierro y las flores
si llego a morir de amores?
¿Quién será lo bastante amigo
Para estar en el cajón conmigo?
¿Quién, en medio del funeral
Dirá de mí: -- Nunca hizo mal…?
¿Quién, borracho, llorará en voz alta
Por no haberme traído nada?
¿Quién vendrá a deshojar pétalos
En mi tumba de poeta?
¿Quién arrojará tímidamente
Sobre la tierra un grano de simiente?
¿Quién levantará la mirada cobarde
Hacia la estrella de la tarde?
¿Quién me dirá palabras mágicas
Capaces de empalidecer el mármol?
¿Quién, oculta en velos oscuros
Se crucificará en los muros?
¿Quién macerada de disgustos
Sonreirá: - Rey muerto, rey puesto…?
¿Cuántas, reclinadas sobre la fosa
Sentirán los dolores de parto?
¿Cuál será la que blanca de recelos
Se tocará el botón del seno?
¿Quién, loca, se arrojará de bruces
A sollozar tantos sollozos
Que acabará por despertar sospechas?
¿Cuántos, las mandíbulas apretadas
Y la sangre latiendo en la cicatrices
Dirán: - Fue un loco amigo…?
¿Quién, niño, mirando la tierra
Al ver moverse un gusano
Conservará un aire serio?
¿Quién, en circunstancia oficial
Propondrá mi pedestal?
¿Cuáles los que, venidos de la montaña
Tendrán circunspección tamaña
Que yo he de reír, blanco de cal?
¿Quién cantará canciones de amigo
El día de mi funeral?
¿Cuál la que no estará presente
Por un motivo circunstancial?
¿Quién clavará en el pecho duro
Un acero oxidado?
¿Quién, en su verbo inconsútil
Ha de rezar: - Dios lo tenga en su regazo?
¿Cuál el amigo que a solas
Pensará: - No ha de ser nada!
¿Quién será la extraña figura
A un tronco de árbol recostada
Con una fría mirada y un aire de duda?
¿Quién se abrazará a mí
Y tendrá que ser arrancada?

¿Quién va a pagar el entierro y las flores
Si yo me muero de amores?



VALS A LA MUJER DEL PUEBLO (Fragmento)

Ofrenda

¡Oh mi amiga de rostro múltiple
Del cuerpo periódico y general!
¡ Lúcida, efímera inconsutil
Musa de la central ferroviaría!
Que esta vals lento y súbito pueda
Levemente copacabanal
Hacer brotar del pueble
Tu imagen abruptamente
¡oh antidiosa!



POEMA PARA TODAS LAS MUJERES (Fragmento)

Sobre tus blancos pechos lloro.
Mis lágrimas bajan por tu vientre
Y se embriagan del perfume de tu sexo
¿ Mujer, qué máquina eres, qué solo me tienes desesperado
Confuso niño para contenerte!
¡ Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡ Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!



También en este blog sobre Vinicius:

http://heribertorodriguez.blogspot.com/2006/05/si-yo-me-muero-de-amores.html


Vinicius de Moraes Brasil Literatura latinoamericana

14.9.05

La Bitacora del Faro Tuerto de Heriberto Rodriguez para buscadores

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La bitacora del faro tuerto Costa Rica sin tildes con tildes

Aunque para algunos hay más coherencia en este “post” que en todos los anteriores se trata solo de palabras sin orden, puestas con el solo propósito de ayudar a los “buscadores” de Internet a encontrar la Bitácora que desde este Faro se profiere.