$16.35
Al poco tiempo de abjurar de mi oficio de médico conseguí empleo como “Banquero de Inversiones”, a pesar de la aristocracia que el título pueda evocar, el puesto estaba más en relación con el buen uso de las hojas de Excell y de la calculadora financiera HP 12 C que, robusta y resistente, me acompaña desde los tiempos en los que tenía una novia que tenía unos “brassiers” Triumph o Bolero color salmón que no he vuelto a ver en ninguna parte (digo en ninguno de los vistosos Catálogos de ropa interior que de alguna manera pasan por mis manos, manos, ha salido algo ni remotamente parecido al curiosamente señorial encaje de aquéllos, tan golosamente rellenos y contrastados con el blanco que desde adentro se inflamaba inocente y quizás hasta amoroso). Pronto, empecé a tomarle gusto al trabajo, era, además, mi época de persona diligente, trabajadora y de buenas costumbres, así sin saber ni en qué momento sucedió pronto le estaba dedicando más de 80 horas a la semana al papeleo de los “I.P.O.s”, los “L.B.O.s”, las “equities placements”, y hasta en las operaciones con los luego controversiales “Junk bonds”. A pesar de mi empeño nunca se me invitó a participar como un “deal maker” en las M&A’s que el banco realizaba, en esas funciones mis manos pequeñas y ginecólogas (alguna vez muy curtidas de líquidos amnióticos y sanguazas) siempre fueron rechazadas, es decir no invitadas. Aún así, procuraba pulir mis destrezas negociadoras, aprendí, por ejemplo, la táctica clásica del “Red herring”, esta consiste en llevar a la mesa de negociación dos puntos: uno, el que se defiende y el otro -el red herring- es el punto que no es realmente importante y que se lleva a la mesa sólo con el fin de ceder en él a cambio del primer punto que es el que importa. Un ejemplo hipotético: un presidente de algún país ficticio visita al Papa con dos puntos específicos en su agenda, uno que puede ser el apoyo de la Iglesia a un cierto plan de libre comercio (que es el punto que realmente importa) y el otro (el “red herring”) algo irrelevante para quien lo propone como solicitar un cambio en la postura de la Iglesia sobre la anticoncepción. La contraparte rechaza (algo esperable) el “red herring” pero a cambio se muestra mucho más receptiva con el primer punto, que es el que realmente importa. Hasta aquí el ejemplo, nunca he sido muy hábil para la didáctica. De todas estas cosas pasadas en mi pasado me acordé cuando le hice click en el sitio Pingoat.com al botón que calcula el precio del blog, antes de que diera el resultado me vino a la mente la investigación que hacíamos en el Banco de un coeficiente conocido como el E.V.A. , este consisitía en definir cuánto había hecho aumentar el valor de la empresa la gerencia de una corporación en un determinado periodo, muchos destinos podrían cambiarse gracias a los resultados de esa razón. Hoy cuando Pingoat determina que el precio de mercado de mi blog, iniciado hace casi 11 meses, es de $16.35, me alegro de que ya se me haya olvidado como era que se obtenían esas razones financieras y de haber prestado los libros de finanzas.